Yo me llamaba Suquía:
este nombre me quitaron.
Que de nuevo me lo den,
que así quiero ser llamado.
Suelo llorar en las tardes,
esta agua mía llevando.
Entre lágrimas a veces,
entre lágrimas resbalo.
Y es que lloro el nombre mío:
el nombre que me quitaron.
Sauces que mi orilla visten
entre rumorosos álamos
saben decir todavía
el nombre con que me llamo,
en la lengua de las hojas,
toda de murmullos claros.
Los álamos, cielo arriba;
los sauces corriente abajo,
dicen Suquía…Suquía…
Suquía el viento del campo.
Dadme otra vez aquel nombre
fino, suave, dulce y raro;
y yo, amantes,os prometo,
yo que sé de enamorados
el nombre con que me llamo,
en la lengua de las hojas,
toda de murmullos claros.
Los álamos, cielo arriba;
los sauces corriente abajo,
dicen Suquía…Suquía…
Suquía el viento del campo.
Dadme otra vez aquel nombre
fino, suave, dulce y raro;
y yo, amantes, os prometo,
yo que sé de enamorados
rincones de tanta paz,
a sombra de árboles plácidos,
que nunca habrá habido amores
que pasen con más regalo.
Pero devolvedme el nombre,
que me han quitado:
que quien lleva nombre necio
no ha de ser de amor milagros.
Yo me llamaba Suquía,
y este nombre me robaron.
Aquí mi demanda pongo
entre vosotros, letrados
de esta Córdoba tan docta,
honor de universitarios.
Aquí pongo acusación
del nombre que me robaron.
Que me lo hagáis devolver
tantos jueces y abogados!
Poema de Arturo Capdevila
(Libro Córdoba Azul):
ROMANCE DEL RÍO PRIMERO